A veces, la luz es mi
enemiga.
Deslumbrante e
intensamente,
entra por mi ventana,
como un haz destructor.
Todo exceso puede ser
devastador.
El sol, poco a poco,nos irá devorando,
hasta que todo sea,
simplemente una gran mancha amarilla.
El sol que es nuestro amigo,
puede convertirse
en el monstruo que nos devorará,
como Saturno devoró a sus hijos.
Seremos como ícaros pasivos,
esperando que la muerte
vuele hacia nosotros.
Romperemos el velo
que nos separa
de la divinidad,
y pereceremos
por querer ser
como dioses,
cuando sólo
somos humanos...