Lloro,
cuando mis ojos
se secan
con el aire templado
de tus labios fingidos.
Presume
de esa envidia
que te hace
ver las branquias
del monstruo
que llevas
dentro de tí.
Lloro,
cuando encuentro
algo que no busco
y, sin embargo
pierdo la razón
por amar
sin freno
tus labios interiores.
Lloro,
cuando me estrujo
encorsetado
por el vientre
que gime
el placer
que tú esperabas.
Lloro,
cuando siempre
encuentro algo
cuando siempre
busco algo
cuando siempre
pierdo algo
de aquello
que no sé
qué es
pero que me invade
de apática tristeza.
Lloro,lloro,lloro
hasta quedar seco
como la tierra
de un pantano perdido
exprimido como
un solitario limón
encontrado
en un desierto
que se parece
al aire
que envuelve
mi alma y la tuya.